jueves, 31 de diciembre de 2009
Reseña de "Recitando a Petrarca" en el blog "La cólera de Nebulos"
jueves, 24 de diciembre de 2009
CIEZA: Presentación de "Recitando a Petrarca"
sábado, 19 de diciembre de 2009
Reseña de "Comunión" en el blog de literatura "Tiempo de silencio"
Me he divertido mucho leyéndome estos doce relatos. Algunos son inquietantes, otros dulces, otros sorprendentes. En “Sonidos en un piso vacío” dos enamorados, dos vecinos, separados por un piso vacío escuchan lo que parecen los ecos de su propia pasión o de sus propios deseos. “Comunión”cuenta la historia de un grupo de amigos, uno, el Gordo Muñoz, exseminarista, y los demás exmonaguillos, celebran una misa falsa, muy mayores ya, mientras recuerdan sus vidas y se despiden, de alguna forma, de lo que fueron, de los tiempos siempre felices de la infancia.
“Monos de mar” explora la relación entre dos hermanos y explora con acierto el otrolado, la maldad, porque quien toma la palabra es el hermano malo, el envidioso, el violento, y asistimos a los intentos del otro hermano por vencer, por convencer, por romper la relación destructiva que hay entre ambos.
“Tres versiones de El Sur” explora “la barbarie… la muerte indiscriminada y violenta… la fatalidad arbitraria… la mala suerte” a través de tres trayectos terribles, tres historias de violencia que terminan el aquel fatídico 11-M.
“Igual que entonces” nos habla, mezclando la redacción de una noticia con la historia real de una mujer maltratada, en todos los sentidos, por su marido, por su hija, por la soledad, por la vida, y que solo encuentra consuelo escondida en el armario que la aleja por un momento de su terrible vida, de la vida vulgar de tanta gente. Otra historia de soledad absoluta es “El hombre que respondía a los correos basura” (aunque parezca un chiste).
“Objetos personales” es delicioso: nos cuenta, intercaladas con las palabras de bienvenida de la locución del AVE (que terminan con el ya famoso “…comprueben que no olvidan sus objetos personales…”) las historias de varias personas, y sus contradicciones, a través de sus conversaciones por el móvil dentro del vagón. Lleno de humor y de ternura. Y “Las luciérnagas” es una joya: un hombre se levanta a media noche y mientras deambula por la casa, suena el teléfono y una voz de mujer le dice algo (creyendo que habla con otro) lleno de pasión, y esas palabras le hacen ser consciente de quien es, su realidad más rotunda, y le hace recordar, seguramente, quien pudo ser alguna vez.
“Los muertos” es fantástico (en todos los sentidos) y tiene un final extraordinario, además de beber de la mejor tradición: un hombre acuesta a su madre, una mujer que siempre estuvo en contacto con los espírtus, con el más allá, y le anuncia a su hijo, que recuerda lo que ha sido su vida, marcada por su madre, que esa noche será la última. Un cuento oscuro pero lleno de tristeza, de resignación, de dignidad.
“Anamorfosis” parece una revisión de La Metamorfosis o un homenaje a Kafka: un hombre que descubre todos los hombres que hay dentro de él, los monstruos, las formas terribles que lo componen, tal vez la verdad. Siempre la soledad. Pero aún más kafkiano es “La torre” (¿O es borgiano?) con una torre infinita, que crece en función de nuestra propia vida, nuestras propias angustias. Un lugar del que es imposible escapar. Una realidad que nunca sabremos si es real. Un sueño. Un lugar inquietante y sin embargo conocido.
Por último, “Libélula” cuenta una historia llena de realidad, de fatalidad, de amores no correspondidos, de secretos compartidos, de victorias y sobre todo de las grandes derrotas que los perdedores sienten que les esperan en cualquier esquina. Sólo un momento de paz, una ilusión de la victoria, antes de la derrota definitiva.
“Comunión” me parece una magnífica lectura para estas navidades, para pensar un poco, para buscar respuestas, que no nos vendrá mal reflexionar entre copa y turrón sobre quienes somos en realidad, sobre la soledad y sobre nuestros miedos y nuestros deseos.
Como los buenos relatos están llenos de verdades, de misterios, de reflexiones envueltas en otras cosas, llenos de trozos de vida, de otras vidas, ya imposibles. Merece la pena.